Es aberrante como la corrupción, entendida esta como el mal uso del poder encomendado para ser utilizado en beneficio propio se permea en la mayoría de instituciones hospitalarias sin importar si son públicas o privadas o a que país pertenecen. En mi caso como colombiana, he tenido el desagrado de conocer muy de cerca ese flagelo, aunque no en las dimensiones que se plantearon en el caso materia de este comentario, sino en otras muchas situaciones, en donde la administración hospitalaria es un caballito de batalla de los gerentes de turno. Desafortunadamente quien sufre todas y cada una de las consecuencias de ese mal proceder es el paciente, el fin último y único del sistema de seguridad social en salud.
El sistema sanitario en Colombia padece grandes problemas de corrupción, que desmejoran en un gran porcentaje la calidad de la atención al paciente; desde la adjudicación de contratos hasta el manejo de medicamentos adulterados, así como la dilación de procesos para realizar procedimientos quirúrgicos, por lo que el paciente debe acudir a las instancias jurídicas como la Acción de Tutela, que se ha vuelto la única herramienta con la que cuentan los usuarios del sistema, y es por sentencia judicial que están alcanzando los beneficios o servicios que le ofrece el sistema de seguridad social en salud.
El Ministerio de la protección social ha ampliado el Plan Obligatorio de Salud, para evitar cientos de miles de tutelas en búsqueda de que se les suministren servicios o medicamentos que no se encuentran a su alcance porque dentro del POS, se clasificaron como servicios o suministros no cubiertos por el sistema, lo que hace que se negocie groseramente con la salud y el padecimiento humano.
Estas situaciones deberían ser erradicadas por completo, y volver a los tiempos donde la medicina era una ciencia humanística y llena de virtudes que la ubicaban dentro de las profesiones más loables y no como ahora, un negocio macabro y sin escrúpulos.
DULY YANIR LONDOÑO AVELLANEDA
C.C. 28.949.841
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